Creo que a veces toca aceptar que si necesitamos un milagro. Desde la perspectiva que lo veas, un golpe de suerte. Una invitación a seguir confiando, un abrazo al presente por saber que aunque sea difícil, pronto se acaba.
Volví a escribir, con compromiso hacia todas las vías en las que lo hago. Hubo que hacer un re acomodo de prioridades en mi cabeza: lo que más toma espacio es lo primero que tiene que salir. Estoy emocionada por sacar Ojos Cafés. Más que emocionada, en paz. Aunque sea un comienzo, se siente como un cierre. Una integración de todo lo que he vivido en los últimos tres años a nivel interno.
Me fascina la vida, aunque a veces no la entienda. Cuánta paz ha de sentir la gente que la reduce a una sola cosa y la mide con una regla predeterminada. Pero yo vine a explorar, a cambiar de opinión, de ruta, de traje, de idioma, de ubicación. Me hace cosquillas cómo dependiendo de dónde estemos, somos como somos. Aunque alguien sea la misma alma en el mismo cuerpo, va a tener una vida diferente dependiendo de dónde esté. La cultura, la sociedad, la comida sacan a pasear ciertos lados de nosotros. Y eso me tiene… nerviosa.