(Personaje 1 te mira firme a los ojos, sonríe sutilmente con alivio de haberte encontrado)
‘‘No sabes cómo me urgía hablar contigo. Sabía que algún día llegarías a este espacio y te abrirías a hablar conmigo. Y te escribí una carta.’’
‘‘Tengo mucho que agradecerte la verdad, pero sobre todo quiero recomendarte cosas. Cosas que te salvaran mucho tiempo, mucha energía y ojalá mucho dolor y confusión.’’
Carta a los 20 años:
Sé que tienes miedo, yo sé que tienes miedo pero todo sale bien. Respira.
Sé que tienes miedo y que te sientes confundida, volteas a tu alrededor y nada de lo que ves hace sentido. Pronto todo con lo que convives, se sentirá escogido con el dedo.
Estar confundida es parte clave de la exploración. Se confunde quien se cuestiona. Porque nota que algo en su vida no está bien, o puede estar mejor. Las sensaciones físicas de ansiedad y cansancio no son castigo, son guía. Te piden que te muevas, que busques en otro lado y que te permitas tomarte el tiempo de respirar y de entender qué está pasando allá adentro.
A veces piensas que todo tiene una explicación profunda y complicada. Lo mas difícil es dejar que sea fácil. Respira. La Paz que buscas esta justo aquí, debajo de tu nariz. Antes de ir tan rápido, acuérdate de pararte a respirar. Cambiará el ritmo y la asertividad de tu caminar.
No subestimes el poder de las caminatas. Poner un pie enfrente del otro por más de veinte minutos, permitirá que te caigan muchos veintes. Se volverá tu espacio seguro, en donde recuperas la cabeza, conectas con tu intuición y te acostumbras a pasar del estancamiento a la acción. Te hará apreciar tus pies y tus piernas y a valorar a dónde te llevan, física y mentalmente. Y apreciar es una de las mejores maneras de dejar de juzgar algo.
Hablando de juicios, no pierdas el tiempo pensando allá fuera ni juzgando tu cuerpo. Sobre todo juzgando tu cuerpo. Algún día lo vas a cuidar con tanto amor y vas a aprender a disfrutarlo. Te pondrás crema en todos lados, estirarás diario y aprenderás cómo las palabras que le dices lo transforman. Para bien y para mal. Háblale bien de una vez. No sirve de nada juzgarlo, transforma esa energía en cuidarlo. Y estás literalmente, todos los días, lo más joven que vas a estar el resto de tu vida. Disfruta.
Y de la gente?
No les creas. Nadie es tú. Es un privilegio que haya gente que piense que estás tonta. Cuando nadie espera nada de ti, puedes darte todo. Libre del peso de sus expectativas.
Cuídate de las víboras, hay muchas. No seas tú quien les ponga el cuello para que te muerdan. Sobre todo cuando la víbora nunca se disfrazó de otra cosa. Si te muerde por haberla mantenido cerca, es tu culpa.
No cuentes tus secretos ni tus vulnerabilidades con facilidad. La conexión que buscas no sucede con quienes te hacen preguntas sin ellos responderlas desde el mismo lugar. Aparte pronto te aburres de todos los lugares donde el otro no sabe jugar ping pong mental y espera que tú saques todas las pelotas. No es divertido jugar cuando no están jugando el mismo juego.
Y ‘‘Juega juegos tontos, gana premios tontos’’ aplica para todo.
La vida trae problemas por si sola, enfócate en traer tú las bendiciones. En rodearte de personas relajadas, inspiradas, buenas y que también quieran vivir en un constante ataque de risa. Enfócate en dedicarle tiempo al arte y sobre todo a tu creatividad. La creatividad se volverá una red que te sostiene. Una fuente de paz, de conexión contigo y de recibir mucha información que usarás como guía.
Si algo te da curiosidad, síguelo. Métete a clases de todo lo que quieras aprender y no busques entender por qué. El por qué se mostrará sólo con el tiempo. Todo el conocimiento se acumula y se hacen combinaciones poderosas que terminan por crear habilidades y oportunidades de trabajo muy interesantes.
Pasa más tiempo con tus libros que con tu celular, nunca te arrepentirás de ese intercambio de tiempo. Y te juro que quieres estar hecha y compuesta de cosas que escojas invertirte en ellas, no de lo que el celular te avienta. Al final, es un escape. Pasar tiempo leyendo te ayudará a crear una vida de la que no te quieres distraer o escapar.
No te escapes de lo que sientes, por más raro y duro que se sienta sentir, no te vas a morir. Mientras antes aprendes a sentir, antes vuelves a sonreír. Y sonreír de verdad. No te sobre identifiques con la depresión ni con la ansiedad, la tristeza no es una identidad. Sobre todo no es una que quieres reforzar. Conforme vas creciendo vas cimentando tu experiencia emocional y te juro que lo que quieres practicar desde ahora, es ser feliz. Que irónicamente para la mayoría de los adultos es lo más complicado. Todos presumen de estar estresados.
Cuida tus palabras. No tienes que decir todo lo que piensas y no es tu lugar decirles a los demás lo que tienen que trabajar. Trabaja en ti y deja que cada quien trabaje a su ritmo. Si es que quiere. No le des a los hombres la receta para hacer que te quedes, aprende a irte cuando el lugar te hace daño y no te hace quedarte.
Cuida tus palabras, nunca manches con rencor lo que empezó desde el amor. Y no confundas amor con apego. El amor no te prende todos los botones pidiéndole a otro que sea el que los apague. El amor si reta, pero de manera que te dará gusto ganar. El amor no es sacrificio de tu persona, de tu esencia y mucho menos de tus sueños a futuro.