‘‘No trates de caber en una vida que tú no construiste. No va a pasar. Tendrías que cortar una parte de ti. Tendrías que rechazar partes de tu pasado o sacrificar sueños de tu futuro. Ninguna casa en el que tengas que dejar partes de ti en la puerta para caber, se sentirá como hogar.
Construye el tuyo. Hazle un cuarto a cada parte de ti. Dale jardín a la calma que buscas experimentar, constrúyele un estudio a tu creatividad, pon una cocina para nutrirte, date una cama suficientemente grande para revolcarte entre las colchas cada mañana y descansar profundo cada noche.
No trates de caber en espacios que no construiste para ti, tomando en cuenta todo lo que eres, todo lo que necesitas y todo lo que vienes a expresar.’’
Escucho esto en mi cabeza como una de las principales lecciones que me dejó la última etapa de mi vida.
Qué libertad dejar de tratar de caber y disponerse conscientemente a construir. Por decisión, con voluntad. Estar en una vida que hemos escogido con el dedo. Que se sienta como una serie de espejos que reflejan lo que siempre supimos que vivía en nuestro interior.
¿Qué no la adultez es eso? la oportunidad de darle al niño interior una vida donde pueda respirar tranquilo, donde pueda jugar, y sobre todo, donde pueda ser con total libertad.
Pavor tomar decisiones grandes. Pavor no tomarlas y que la vida te vaya llevando en la corriente del entorno en el que existes. Transformar el miedo en responsabilidad. Uno de los regalos que nos da el número de la edad. Hora de hacerse responsable de las cosas buenas también.
Los niños lloran y se quejan y nos parece tierno. Los adultos que se quejan se quedan como niños eternos. Ya no hay ternura en querer deslindarse de la responsabilidad que no elegimos, pero que nos pertenece al estar aquí vivos. Nos toca escoger cómo queremos estarlo.
¿Será el principio de la adultez un momento de presentar al niño con el adulto y encontrar un punto de partida para crear una vida en la que los dos respiren y sonrían de lleno?.
-Marguga
Me encantó la analogía de "la niña y la adulta se sientan en la mesa". Algo sumamente retador: ¿Cómo reaccionarán al verse a la cara? ¿Qué se dirán? ¿Cuánto tiempo existirá el silencio incómodo? son mis interrogantes al pensar en eso pero, aún así, me parece un momento increíble necesario y especial. Buen escrito!
Divino y real.Ejercer y disfrutar la libertad de la adultez